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Nuestra historia

Ay, si las paredes de El Velódromo hablasen… Podrían explicar una parte muy importante de la historia reciente de nuestra ciudad. Desde su inauguración en 1933 ha visto de todo: ha sobrevivido a una guerra civil, ha acogido a los miembros del gobierno republicano y, generación tras generación, ha reunido a clientes fieles con ganas de disfrutar de un buen café, una tertulia o una partida de billar.

Por sus mesas han pasado políticos, intelectuales, miembros de la burguesía catalana e, incluso, artistas de la gauche divine, quienes, entre copa y copa, pasaban las horas.

Ha animado las noches de jóvenes y no tan jóvenes antes de salir hacia la discoteca durante las noches de los 80 y los 90, y se ha convertido en punto de encuentro de buena parte de los barceloneses.

En el año 2000, cuando sus propietarios deciden bajar la persiana por jubilación, Cerveses Moritz toma el relevo y lo renueva manteniendo el espíritu tan característico que había tenido desde su origen. La restauración del espacio estuvo a cargo del estudio Pilar Líbano, y el principal objetivo de Moritz fue recuperar el aspecto original art déco para convertirlo en un punto de encuentro del mundo cultural barcelonés, como lo había sido en el pasado, mediante la oferta gastronómica y las diversas actividades culturales y artísticas que se organizan.

Ya lo ves, más que un bar, El Velódromo es un retazo de la historia de Barcelona.